Escena Extra: Roth (White Hot Kiss)

sábado, 20 de febrero de 2016

Lo prometido es deuda y hoy os dejo una nueva escena de Roth de White Hot Kiss, el primer libro de la saga The Dark Elements.

Espero que os guste.
Tenéis todas las escenas en inglés en la cuenta de Wattpad de JLA.

ESCENA DESDE EL PUNTO DE VISTA DE ROTH.

WHITE HOT KISS
Tener a Layla en mi apartamento – la única estructura con cuatro paredes – que reclamaba como mi hogar me hacía sentir extraño. Cada célula de mi cuerpo estaba estaba extremadamente alerta de cada respiración que ella hacía, de cada vez que se movía, aunque sólo fuera un poco. Que ella estuviera aquí hacía que mi piel hormiguease para cambiar de forma.

Y tío, había como mil cosas mal en ello.

Layla se sentó en el borde de la cama mientras yo colocaba las cajas con los restos de comida en el frigorífico. Me quité las botas, mirándola por el rabillo del ojo. Estaba jugando con las mangas de su camiseta y después sus manos fueron a los extremos de su cabello, jugando con los pálidos mechones rubios.

Arqueé mi cuerpo hacia ella sin apenas darme cuenta, mi cabeza inclinándose hacia un lado. La parte depredadora de mí inhaló en profundidad, saboreando la esencia cítrica de los nervios. Una parte de mí quería abalanzarse, pero la otra parte – el extraño que parecía haber trepado dentro de mí – se mantuvo al margen.

Su mirada voló hacia mí y después se apartó, asustadiza como un potro recién nacido. Los demonios como yo se alimentaban de las emociones humanas, especialmente de las derivadas de la debilidad o similar. Estaba en mi naturaleza abusar de ello – abusar de ella.

Ni una sola parte de mí era humana y mi verdadera naturaleza no estaba domesticada, pero estar cerca de ella era… diferente.

Me apoyé en la pared, sonriendo un poco cuando la vi ponerse rígida “Estás nerviosa”

Alzó su pequeña y respingona naricilla. “No. No lo estoy."

El dragón de mi estómago cambió de posición en respuesta a su negación y yo me reí “Puedo oler tu nerviosismo, Layla. No puedes mentir sobre ello.”

Arrugó su nariz mientras se llevaba las rodillas al pecho, rodeándolas con los brazos. “¿Tú no estás nervioso? ¿Y si la Llave no está allí? ¿Qué pasa si lo está pero está custodiada? Dudo mucho que podamos simplemente llegar y cogerla.”

Como si me preocupara eso.

“No estaba hablando de eso.” Me aparté de la pared, encaminándome hacia ella. La esencia cítrica se intensificó y caminé más despacio. Me senté a su lado y puse mis manos cerca de sus pies desnudos. Pies pequeños y dedos pequeños. Pintados de rosa. Demonios, todo lo relacionado con ella era pequeño. Todo excepto su personalidad y su valentía. “Pero respondiendo a tu pregunta, no, no estoy nervioso. No importa con lo que nos encontremos, seré capaz de hacerle frente.”

Sus labios se fruncieron “Bueno, ¿no eres super especial? ¿No eres un poquito arrogante?”

“Soy especial de muchas maneras, ya lo sabes.” Me acerqué más, ya que parecía no poder evitarlo y no es que lo estuviera intentando, y puse mi barbilla sobre sus rodillas. La esencia cítrica se intensificó y después se difuminó. Interesante. “Estás nerviosa porque estás aquí conmigo.”

Sus labios rosados se abrieron y Demonios, recordé cómo sabían y se sentían esos labios. Había pasado una preocupante cantidad de tiempo pensando sobre esos labios.

“Me pones nerviosa” dijo ella.

Mi boca se curvó en una sonrisa mientras me enderezaba, alineándome con el objeto de mi obsesión “Deberías estar nerviosa.”

“Eso es tranquilizador.” Ella se mantuvo en su sitio.

Me carcajeé y me giré. Fui hacia las estanterías llenas y deslicé los dedos sobre los lomos hasta que encontré lo que buscaba. Mirando por encima del hombro, vi como el sonrojo se extendía por sus mejillas. “¿Una película?”

Ella asintió.

Una vez puse la película, me estiré sobre la cama y esperé. No tardó ni un minuto.

“¿Pactar con el Diablo?” dijo.

Sonreí con suficiencia.

“Bonita elección.” Sacudió la cabeza y su perfume me bañó. Una mezcla de vainilla y melocotones. Me gustaba. Me gustaba mucho. Porque ahí abajo en el Infierno, todo huele a sulfuro y a sangre.

Hogar dulce e inquietante hogar.

“Sólo disfruta de ella” dije.

Layla se concentró en la TV, pero sabía que no estaba prestando atención. No durante mucho tiempo. Estaba tan tensa que estaba esperando que se saliera de su piel, pero pasado un tiempo su ansiedad se calmó y se convirtió en algo… diferente.

Inhalé y mi corazón golpeó contra las costillas. Una esencia dulce y fuerte envolvió a mis sentidos.

Wow.

Mi corazón siguió golpeando más, seguido por mi pulso. Mi mirada se deslizó sobre ella, viajando sobre sus mejillas suavemente sonrojadas. Sabía casi con certeza lo que estaba pensando. Maldita sea, sabía perfectamente dónde estaba yendo su mente.

Cada músculo de mi cuerpo se tensó cuando ella respiró profundamente y después se tumbó a mi lado. Mi pecho se quedó quieto. Respirar estaba sobreestimado. ¿Estaba ella…?

Se acercó más, presionando su muslo contra el mío y poniendo una de sus pequeñas manos sobre mi pecho, y por el amor de todas las cosas profanas, la respuesta de mi cuerpo batió como el viento perseguido por las llamas del Infierno.

Layla no se movió. Yo seguía sin respirar y sabía – sabía- que ella era totalmente inocente y no tenía ni idea de lo que estaba empezando, de la puerta que estaba abriendo.

“Layla…”

Asustada, levantó la mano, pero moviéndome más rápido que una serpiente, la cogí de la muñeca “¿Qué estás haciendo?” pregunté.

Su pecho se alzó repentinamente pero no respondió. No hacía falta. La densa y rica esencia me lo dijo todo. Me giré, poniéndola de espaldas y presionándola, mis brazos rodeándola debajo de mí.

Nuestras miradas colisionaron. Sus ojos estaban tan abiertos y todo sobre lo que tenía curiosidad estalló en sus pálidos ojos grises. Un estremecimiento me atravesó mientras me echaba hacia atrás. Una gran parte de mí quería devorarla.

En más de una manera.

“Soy un demonio, Layla. Lo que veo en tus ojos y lo que siento en tu cuerpo es algo que tomaré. No te equivoques. Te daré una oportunidad. Cierra los ojos y lo dejaré pasar.”

Pero ella no cerró los ojos.

Una serie de hormigueos punzantes se arremolinaron en mi columna. No sabía lo que era, pero una vocecilla en el fondo de mi cabeza me advirtió de ir despacio, de controlar mis instintos primarios. Extraño. En toda mi vida nunca me importaron una mierda las preocupaciones, miedos, inquietudes o la falta de experiencia. Nunca antes.

¿Pero con Layla?

Pensaba demasiado.

Bajé mi boca hacia la suya y la besé. Nada de la mierda de aquél primer beso. Tomé su boca y cuando ella gimió, estuve a punto de perder el control. Sus emociones estallaron por todos lados cuando ella sintió el piercing de mi lengua.

Alzó sus manos, enterrándolas en mi cabello. Cuando ella tiró, una chispa de dolor me hizo soltar un profundo rugido. Deslicé mi mano por su hombro, su cintura para rodear su muslo y ponerlo sobre mi cintura. Ella jadeó dentro del beso mientras nos apretábamos y no le quedó ninguna duda de que yo estaba sintiendo esto. Realmente lo estaba sintiendo.

Pero quería más. Infiernos, siempre quería más.

Mi mano se coló por debajo del borde de su camiseta. Con el primer roce con su piel desnuda contra mi mano, sentí como si no hubiera tocado a una chica antes. Patético. Un poquito preocupante. Pero todo en lo que podía pensar era en lo suave que era su piel.

Y de repente se giraron las tornas. Bam. Así sin más.

Su cuerpo cambió debajo del mío, acercándome más a ella, y mientras sus manos se deslizaban sobre mi estómago, todo el aire que estaba aguantando salió en un gemido ronco. Su toque era vacilante e inseguro al principio y aquello me desarmó más que la más experta de las caricias podría haberlo hecho.

Me aparté, quitándome la camiseta por la cabeza y echándola a un lado, dejándola más acceso. Sus ojos viajaron despacio por mi cuerpo, tocando cada marca de mi piel, vacilando sobre algunas áreas, especialmente donde descansaba el dragón.

Cuando su mirada se encontró con la mía, algo se sacudió dentro de mí. No lo entendía. No quería pensar sobre ello. Volví a unir nuestras bocas y la tumbé de nuevo, luego volví a levantarme y dejé un beso sobre cada una de sus mejillas y en cada centímetro mientras envolvía su precioso rostro.

Me perdí en la sensación de sus labios por un momento y entonces mis manos se sacudieron cuando tiré de su jersey, dejándolo caer junto con mi camiseta. Ella estaba totalmente inmersa, deslizando las yemas de sus dedos hacia el botón de mis vaqueros. Oh sí, mi cuerpo se puso en marcha y se percató de hacia dónde se estaba dirigiendo ella.

Y entonces hice la cosa más extraña.

Tomándola de las manos, se las aparté y entonces fueron las yemas de mis dedos las que empezaron a explorar. Pero los sonidos que emitía y cómo se movía, me marearon. Maldita sea, podía sentir cómo se me tensaba la piel y cada pocos segundos una oleada me recorría el cuerpo.

Mi cuerpo crujió y sabía que la estaba aplastando contra mí, pero no podía evitarlo. Nuestros cuerpos estaban juntos en todos los lugares correctos. Mis caderas empujaban contra las suyas, imitando lo que estaba deseando hacer. La sensación de su piel contra la mía me dejó temblando. Nadie… nadie tenía esa clase de poder sobre mí, pero cuando la volví a besar, cuando nuestros labios se fundieron y cuando el beso se calentó y profundizó, fue la primera vez que saboreé el cielo.

Sus dedos se clavaron en mis brazos mientras mi mano se deslizaba hacia abajo, por debajo de su pecho, alrededor de su ombligo y más abajo… y abajo se frenó. Observé, cautivado, incapaz de apartar la mirada mientras ella se tensaba y sus pupilas se dilataban.

“Roht, yo… No sé si…”

“Está bien” dije, mis labios rozando los suyos y Infiernos, estaba bien. No lo entendía. Mi cuerpo no estaba de acuerdo, pero yo lo estaba – realmente lo estaba. “Esto es sobre ti. Sí, esto es solamente sobre ti.” La verdad fue como un puñetazo en el pecho. “Me desarmas. No tienes ni idea de cómo me desarmas.”

Layla respiró irregularmente y se atragantó, y entonces le probé mis palabras. Esto era únicamente para ella y me vanaglorié en ello. ¿Tocarla de esta manera? ¿Sostenerla mientras su cuerpo se rendía? ¿Escuchar los sonidos que hacía? Sí, esto era sobre ella y merecía la pena.

Entonces ella gimió y yo también – Infiernos – Sabía cómo debía de sonar el cielo.  Estaba alucinado. Hecho pedazos. Totalmente destrozado. No sabía quién o qué era. Todo lo que podía hacer era sostenerla y esa parte dentro de mí, esa nuevo y extraño aspecto, amó aquellos momentos que sentí como una eternidad pero que no eran lo suficientemente largos. Al final me levanté, separando nuestros cuerpos sólo unos centímetros.

Nuestras miradas se encontraron y sus labios curvados se alzaron un poco en las comisuras, y algo se rompió dentro de mí. O a lo mejor no era algo que se rompiera. Sino algo que se reconstruyó, como si me estuviera rehaciendo en algo totalmente nuevo. Algo en lo que no tenía experiencia.

Rocé con mis dedos su cálida mejilla “Lo que daría…”

No había forma de terminar aquél pensamiento. No en voz alta. No sabía demasiado en aquél momento, pero sabía que daría mi vida por ella.

Y eso era realmente épico.

Los demonios nunca sacrificaban nada por nadie.

La besé en la frente y me puse de espaldas, acercándola a mi lado de modo que no había forma de saber dónde acababa ella y dónde empezaba yo.

Alzando la mano cuando ella empezó a acercarse más, respiré varias veces en profundidad. “Necesito un minuto.”

Layla empezó a echarse hacia atrás.

La sostuve con fuerza, manteniéndola a mi lado. “Vale. Puede que necesite más de un minuto.”

Mientras esperaba a que mi respiración se calmara, pensé sobre esto. Esta atracción. Esta necesitad. Este Algo tan fuerte. Oh, probablemente era algo malo, muy malo. Los demonios no amaban. Nos obsesionábamos. Teníamos fijación. Empezaba a sentirlo. La necesidad de tenerla cerca, de ocupar todo su cuerpo, pero algo de todo esto era diferente a como lo imaginaba. Para empezar, no quería agobiarla. No quería tomar toda su vida. De nuevo, iba en contra de mi naturaleza.

“¿Por qué… por qué has parado?” preguntó.

“No lo sé” reí “No tengo ni idea, pero está bien. Sí, todo estará bien.”

Y por primera vez deseé poder rezar. Que pudiera rezar para que todo estuviera bien. Para ella. Para nosotros. Pero incluso si pudiera rezar, sabía algo que la mayoría de los mortales y Wardens se atrevían a aceptar.

Las oraciones… a veces no eran respondidas.

O la respuesta era una que nunca nos hubiéramos imaginado.

Roth
♥♥♥

Os recuerdo que Plataforma Neo nos traerá en español White Hot Kiss en otoño de este mismo año.
¿Quién está impaciente?



Traducción: Bella Carstairs
Fuente: Jennifer L. Armentrout

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