Capítulo uno de Mestiza desde el punto de vista de Aiden

lunes, 14 de diciembre de 2015

Hoy os traigo otro extra de otra saga.

En este caso se trata del capítulo uno de Mestiza pero desde el punto de vista de 
Aiden
♥♥♥

Puedes leerlo en inglés AQUI

Espero que lo disfrutéis.

El primer cuerpo que encontramos en la estación de autobuses de Atlanda tenía al menos 100 de los 208 huesos de su cuerpo rotos. El chico no podría haber sido mucho más mayor que mi hermano y eso me enfermaba. Una vida más desperdiciada, ¿y por qué? Los mortales no tiene éter. Se trataba sólo de diversión – de la emoción de matar. Arrodillándome al lado del cuerpo del chico de la calle, miré hacia arriba, ala corpulenta forma que se reflejaba en la luz plateada de la luna. El tipo estaba cuadrado como una apisonadora. “¿Has encontrado más cuerpos, Leon?”

El centinela puro agitó la cabeza, sus ojos estrechándose “No”

Leon era hombre de pocas palabras, pero estaba acostumbrado a ello.  Volviendo al cuerpo, sabía lo que tenía que hacer. Lo odiaba con cada fibra de mi ser, pero esto era un auténtico caos. Los centinelas no sólo cazaban daimons.

Limpiaban después de hacerlo.

En la distancia, un rayo cayó y el último resto de la tormenta de primavera se presentó. Apretando la mandíbula, puse mi mano en el brazo del chico y dejé que uno de los más poderosos elementos limpiara lo que habían sido los últimos y más horribles momentos de su vida. Las chispas volaron de las yemas de mis dedos, alimentadas por los mismos dioses, y viajaron por el brazo sin vida. En pocos segundos, el fuego antinatural consumió el cuerpo. No quedó nada más que cenizas. Como si el chico jamás hubiera existido. Y no pude evitar preguntarme si tendría padres a los que notificar su pérdida, como si importara.

Y pensé en Deacon de nuevo.

“Hey, Aiden, mira lo que he encontrado” Me llamó Kain, excitado.

Levantándome, me limpié las manos y me di la vuelta. Kain estaba sonriendo. Dioses, Kain siempre estaba sonriendo. Podía estar enfrentándose a una horda de daimons y estar sonriendo.

“¿Qué?” preguntó Leon, cruzando los brazos sobre el pecho.

Kain movió un trozo de papel “Un ticket de autobús a Nashville y además hay dinero por ahí”
Leon hizo un sonido exasperado con la garganta “Esto es una estación de autobuses, Kain. Habrá tickets tirados alrededor”

“Si, gracias por el apunte.” Kain puso los ojos en blanco “Este ticket era de Miami a Nashville, con parada en Atlanta”

“Ella ha estado aquí” dijo Leon en una voz baja y grave.

Un ticket. Dinero perdido. Mortales sin vida y daimons. Definitivamente ella había estado aquí.
“Mierda” Kain guardó el ticket y tiró el dinero para que alguien lo encontrara “Vosotros, tíos, deberíais haberme escuchado en Florida. Tendríamos que haber buscado en las estaciones de autobuses y no en los aeropuertos”

“Eso no ayuda ahora mismo” Bajé por el callejón, buscando algo – lo que fuera que nos pusiera en la dirección correcta. Necesitaba volver al Covenant. Sólo los dioses sabrían qué andaría haciendo Deacon.

“Lo único que estoy diciendo es que---“

“Cierra el pico, Kain” advirtió Leon. Era alucinante que aún no hubiera matado a Kain.
Kain se calló.

Con una triste sonrisa, me moví hacia el extremo del callejón. Había un campo y unos bosques separando la parada de cambiones de un parque industrial. Sentí a Leon moverse detrás de mí y me giré un poco “¿Crees que hemos llegado tarde?” pregunté.

Él miró hacia delante, la mirada distante “No lo creo. Ella ha conseguido llegar hasta aquí después de…”

Después de lo que habíamos visto y averiguado en Miami, la chica podría haber sido totalmente capaz de seguir adelante. Pero había daimons aquí. Habían matado. No pintaba bien. Podía ser una mestiza – una mestiza con buenas conexiones – pero la idea de que muriese sola me atravesaba. La injusticia de todo ello no estaba bien.

“Mira” dijo Leon “Alguien ha estado en este campo, corriendo. Mira cómo ha sido pisoteado”
Tenía razón. Los tres empezamos a andar hacia delante, siguiendo el pisoteado césped del campo hasta que llegamos al bosque. No fue fácil desde ahí. Nos separamos, cada uno yendo en una dirección diferente. Yo me dirigí por el centro, observando las azoteas de los edificios en la distancia. Un nuevo rayo partió el cielo y el trueno que le siguió me agitó los huesos.

Había dado unos cuantos pasos cuando escuché a Leon llamándonos. Siguiendo su voz, le encontré junto a los restos carbonizados de otro mortal. Estaba fresco. “¿Daimon?”

Asintió. “No sé qué otra cosa podría quemar un mortal de esta manera y no quemar el bosque entero”
“Ella tiene que estar por aquí cerca en algún lugar” Viva…o muerta, pero de cualquier manera, la encontraríamos. La traeríamos de vuelta como se nos había ordenado por el mismísimo Ministro en persona. Miré de nuevo a los edificios, y una extraña sensación me recorrió la columna “Echémosles un vistazo”

Enviamos a Kain al Hummer con los otros con órdenes de encontrarse con nosotros en el parque, y Leon y yo seguimos adelante. No nos llevó mucho tiempo atravesar los bosques y pisar en silencio la carretera agrietada. Kain aparcó en el borde del complejo, uniéndose a nosotros mientras nos movíamos entre los edificios.

“Ok, tengo que preguntarlo” Kain sacó un cuchillo de titanio “¿Por qué los daimons crearían tantos problemas por una mestiza?”

Leon exhaló con fuerza.

“No me malinterpretéis. Siendo mestizo y todo, me gusta pensar que soy importante, pero ¿para un daimon? Ni de coña. Hay algo raro en todo esto”

A pesar de que odiaba admitirlo, porque cuando Kain tenía razón nunca tenía fin, él tenía un punto. A los daimons no les importan los mestizos. No hay suficiente éter en ellos. “Lo sé” dije finalmente.
“Quiero decir, qué es lo que pasa que no—“

Me paré, escuchando el sonido del metal chirriando. Alzando una mano, silencié a Kain mientras me daba la vuelta hacia el edificio que teníamos enfrente. Dirigiéndome hacia él, saqué mi cuchillo y eché a andar hacia delante.

Una de las puertas oxidadas había sido forzada. La anticipación y la adrenalina me arrollaron de inmediato. Era aquí. Lo sabía en mis huesos. Después de meses de andar cerca, éste iba a ser el final de una forma o de otra. Moviéndome en silencio, abrí la puerta y dejé que mis ojos se ajustaran a la oscuridad de la abandonada fábrica.

Había bancos despedazados y vigas rotas por todos lados. El lugar olía a basura y putrefacción. El corazón me latía deprisa ahora, y caminé alrededor de las mesas de trabajo olvidadas.

Entonces lo escuché – La escuché.

“Blah. Blah. Me vas a matar. Blah. Lo sé”

Una sonrisa reacia de sorpresa empujaba mis labios. De todo lo que había escuchado sobre Alexandria Andros, tenía que ser ella. Parte de mí sentía como si la tendría que haber conocido cuando el Ministro me soltó las órdenes, pero los recuerdos pasados de quién debería haber sido eran distantes e inalcanzables.

El grito del daimon cortó el aire y entonces el tipo gritó a la mujer que parase. El sonido de los pies corriendo me puso en acción. Me lancé hacia delante,  buscando el hueco en la pared. Sin saber cuántos daimons la tendrían acorralada, necesitaba una distracción.

Alcé la mano y solté una respiración breve. Una ola de fuego corrió por el suelo, quemando todo a su paso. Hubo un grito repentino en el otro lado. Colocando el cuchillo en mi mano, caminé a través del fuego, sin que me afectase el calor.

En ese instante la vi. Parecía tan pequeña allí, agarrando… una pala de jardín en su pequeña mano? A través del lío de sus cabellos revueltos, nuestras miradas se encontraron. Un parpadeo de familiaridad me atravesó.

La mujer detrás de ella parecía como cualquier puro para mí, pero no iba a arriesgarme. La había encontrado. “Abajo”

Gracias a los dioses, se tiró al suelo antes de que yo lanzara otro torrente de fuego elemental. Golpeó al daimon, y ella cayó gritando y girándose. Mis sentidos me decían que había más, al menos dos más.

Bajando la mano, escuché el sonido de las llamas desvaneciéndose. Leon y Kain aparecieron. Con su afilada y a veces extraña habilidad para perseguir daimons, Leon captó al otro daimon y desapareció. Kain fue a por la mujer daimon que estaba en el suelo y le atravesó el pecho con el cuchillo.

Por el rabillo del ojo, vi a Alexandria intentando ponerse en pie. La irritación llameó. Necesitaba estar sentada, fuera del camino hasta que supiéramos cuántos daimons había. Me di la vuelta durante un segundo – un maldito segundo – y la escuché aullar.

Corriendo hacia ella, el rubio la tenía atrapada, sujetándola por el pelo. En un breve segundo, el horror me atravesó como una cobra enfurecida. Alexandria gritó – el sonido me devolvió varios años atrás. Había escuchado ese chillido, ese doloroso sonido, tantas veces desde la primera vez que lo presencié. Mi estómago se revolvió.

El daimon alzó su boca ensangrentada “¿Qué eres?”

Lanzándome hacia delante, cogí al daimon por la garganta y la aparté de ella. Golpeó el suelo, rodando sobre sus pies. Sonriendo, di una vuelta y le golpeé con mi bota en el estómago. Entonces me tiré, derribando sus piernas. Le debería haber matado entonces. Tendría que haber terminado pronto.

Con misericordia.

Pero la había mordido.

Y eso bien se merecía una revancha. Sin misericordia.
 El daimon saltó sobre sus pies justo cuando le agarraba de la garganta, lanzándole contra la pared más cercana. Los huesos crujieron. No me inmuté. Ni siquiera cuando le volví a golpear…o cuando finalmente le atravesé con el cuchillo. El daimon colapsó. Me di la vuelta antes de que se hubiera ido del todo, mi mirada yendo directamente a la chica.

Estaba en el suelo, hecha una bola, haciendo sonidos que me dieron punzadas en el pecho. Nunca he sido mordido antes, pero he escuchado que Hades no tiene nada que ver con el dolor. Dejando a un lado los cuchillos, fui hacia ella.

Con cuidado, me acerqué a ella y la puse sobre su espalda. Sus manos cubrían el espacio entre su cuello y su hombro. Necesitando ver el daño, aparté sus manos. No pintaba tan mal. Ninguna arteria o grandes pedazos de piel perdidos. Pero no hablaba. Simplemente me miraba a través de los mechones de su pelo, sus ojos muy abiertos y destacando contra su piel pálida y sus mejillas sucias.
Era ella.

“¿Estás bien? ¿Alexandria? Por favor, di algo”

“Alex” se atragantó “Todo el mundo me llama Alex”

Solté una breve risa de alivio “Ok. Bien. Alex, ¿te puedes levantar?

Ella asintió. Cada pocos segundos un estremecimiento la recorría, pero se mantuvo firme. La chica era fuerte “Eso realmente…parecía realmente malo”

Rodeándola la cintura con un brazo, la puse sobre sus pies.  Se meció mientras le apartaba el pelo para volver a ver el mordisco, sólo para estar seguro “Dale unos pocos minutos. El dolor desaparecerá”

Leon volvió, junto con Kain. Sus ojos se fijaron en la chica y tuve el repentino impulso de protegerla. Los Puros no eran conocidos por su amabilidad hacia los mestizos. Un hecho que odiaba de los de mi propia clase. No sabía si Leon opinaba lo mismo “Esos deberían ser todos” dijo.

Asentí “Alex, tenemos que irnos. Ahora. Volver al Covenant”

Volvió a mirarme, pero no me veía mientras se echaba hacia atrás, los finos brazos temblando. Como un animal atrapado que no ve ninguna salida. En un breve segundo, supe que ella iba a hacer algo impulsivo, algo sin pensar y producto del miedo. Sólo esperaba que fuera yo quien fuera tras ella, y no Leon. Yo no la haría daño, pero si ella atacaba a otro Puro, esto habría sido para nada.

Di un pequeño paso hacia ella, alzando las manos en lo que esperaba que fuera recibido como un gesto inofensivo.

Se estremeció, como un pedazo de cristal demasiado fino.

Di otro paso hacia ella y ella se lanzó hacia mi en un lío de patadas y manos engarfiadas. Tenía cierto talento – algún resto del entrenamiento, pero sus movimientos eran erráticos debidos al miedo y al agotamiento.

Cogiendo una de sus manos, giré y sostuve sus manos a sus lados. Ella se lanzó hacia delante, intentando golpearme.  Ninguna acción queda sin castigo…me moví fuera de su alcance “No” la advertí, hablándola directamente a su oído “No quiero hacerte daño”

Su respiración era áspera, rota mientras intentaba luchar como si nosotros fuéramos los malos. La oleada de maldiciones que soltó fue realmente impresionante y hubiera sido entretenida si no hubieran estado dirigidas hacia mí.

“¡Whoa!” gritó Kain desde un lado “Alex, ¡nos conoces! ¿No te acuerdas de mí? No vamos a hacerte daño”

“Cierra el pico” gritó ella, recurriendo a sus últimas fuerzas, rompiendo mi agarre únicamente porque no la había sostenido con fuerza para no hacerle daño.

Alex eludió a Leon y Kain, quienes permanecieron ahí, alucinados y en shock. Su largo cabello volaba detrás de ella mientras tomaba velocidad, buscando la salida.

Kain sonrió con superioridad “Bueno, esto no me lo esperaba”

Suspiré “Yo la cogeré”

“Asegúrate de no romperla o algo” dijo Leon “Dudo mucho que su padrastro lo apreciase”

Sí. Sí. Fui tras ella, sabiendo que no llegaría a ningún lado. No ahora. Rodeando el lateral del edificio, la vi bajo la luz de la luna, pateando el campo. La chica podía correr cuando quería. ¿Así había conseguido seguir viva? ¿corriendo? Era triste.

Alcanzándola, la rodeé la cintura con los brazos y tiré, girándome para tomar yo el impacto contra el césped. Durante un instante, ella estuvo sobre mí, alucinada y en silencio, pero si los últimos momentos con ella me habían enseñado algo, es que eso no duraría. Alzando las caderas, rodé y la puse debajo de mí, sujetándola hacia abajo.

“¿Ahora?” gritó, su voz rompiéndose “¿Dónde estabais hace una semana? ¿Dónde estaba el Covenant cuando mi madre fue asesinada? ¿Dónde estabas tú?”

Me eché hacia atrás, más afectado por esas palabras de lo que ella podía saber “Lo siento. Nosotros no—“

Ella explotó como una bomba atómica. Gritando. Pegando. Arañando. Alguien iba a acabar herido y no iba a ser yo. Y la última cosa que quería era herir a alguien que obviamente había pasado por mucho, había visto demasiado. Dejé que mi peso la aplastara, dejándola inmóvil.

Y finalmente, Alex paró de luchar. Creo que paró de respirar. O a lo mejor era yo, ya que podía sentir cada parte de ella. Suave donde yo era duro, con curvas donde yo era líneas duras. La miré, compartiendo el mismo aire, nuestros labios a tan sólo unos centímetros.

En sus ojos había una tormenta de emociones. La mirada era demoledora, profunda. Sus suaves ojos marrones se agitaban en una batalla de miedo, ira…y algo más. Casi no lo vi, pero sus labios se abrieron maleables en una exhalación.

Suficientemente extraño, me encontré queriendo saber cómo sería ella bajo toda aquella suciedad. Cómo sonaba cuando no estaba maldiciendo o gritándome. Cómo se movía cuando sus acciones no eran fruto del instinto o el miedo.

Y toda esa curiosidad era realmente inapropiada, estaba mal.

Era una mestiza.

Bajé la cabeza y ella inhaló tan fuerte, que su pecho se apretó contra el mío. Un sentimiento primitivo me atravesó, realmente difícil de ignorar y de apartar cuando ella me miraba de aquella forma. Como si no se fuera a oponer en el caso de que yo quisiera hacer algo, cualquier locura.

Esto era una locura.

Puse mi mano sobre su frente, la culpa me mordió con su pequeña y afilada dentadura. Tenía que hacerlo. Si no lo hacía, ella acabaría haciéndose daño. Encontrando su mirada, solté un golpe mental bestial con mis siguientes palabras “Duérmete. Ahora. Ve a dormir y no te despiertes hasta que te sientas a salvo. Ahora”

Alex se puso rígida y después todo su cuerpo se quedó laxo, flácido y sumiso. Tuve la impresión de que éste sería uno de los pocos momentos en los que ella estaría así. El remordimiento por usar una compulsión sobre ella me partió en dos mientras la tomaba en brazos y me levantaba.

Había acabado. Al menos, debería. Habíamos hecho lo que nos habían ordenado. Habíamos encontrado a Alexandria Andros y aun así, en lo más profundo, sabía que esto sólo era el principio.
 
A Alex le gustaba acurrucarse. Quedó bien claro desde el momento en que la dejé en la parte de atrás del Hummer y me subí con ella. No pasó un minuto antes de que se acercara, poniendo su cabeza sobre mi hombro. No podía ser una postura cómoda, y quería mover el brazo para darle más espacio, pero eso no habría acabado bien. El hecho de que ella estuviera utilizando mi hombro como almohada ya era bastante malo.

Debería haberla apartado, pero no podía. Cada pocos minutos, ella hacía esos pequeños sonidos, como un suave quejido o gemido. La miraba, pero sólo podía ver la punta de su nariz a través de su cabello. Me preguntaba qué estaría soñando.

Alcé la mirada y encontré a Leon mirándome a través del espejo retrovisor. Alzó las cejas “Los ojos en la carretera” gruñí.

Leon resopló.

Kain no había dicho una sola palabra desde que aparecí con Alex en mis brazos. Estaba incómodo por la compulsión. No le podía culpar. Las compulsiones era un tema delicado para los mestizos.
Acercándose más, Alex suspiró con fuerza, devolviendo mi atención hacia ella. En el momento en que se despertó y se dio cuenta de lo que estaba haciendo, me preparé.

Alex se echó hacia atrás rápidamente, golpeándose la cabeza con la ventana “¡Mierda!”

Avergonzado, me giré hacia ella “¿Estás bien?” no me respondió durante varios minutos “Alex, ¿estás bien?”

“Sí, estoy bien” frunció el ceño mientras miraba alrededor en el Hummer “¿Dónde estamos?”

“Estamos en la costa, justo en las afueras de Bald Head Island. Casi hemos llegado a Deity Island”
Saltó un poco “¿Qué?”

“Estamos regresando al Covenant, Alex”

Acariciándose la parte de atrás de la cabeza, suspiró “¿Os envió el Covenant? ¿O fue… mi padrastro?”

No estaba seguro de cómo responder a eso. Era complicado “El Covenant”

“¿Trabajas para el Covenant ahora?”

Sorprendido porque ella me recordara de sus primeros tiempos allí, agité la cabeza. “No. Soy un centinela. Estoy de momento en “préstamo”. Tu tío nos envió a buscarte” Miré por la ventana “Las cosas han cambiado desde que te fuiste”

Hizo algunas preguntas mundanas y la observé detenidamente. Se movía constantemente. Mucho. No pasaba un momento sin moverse del sitio. Una sonrisa apareció en mis labios hasta que recordé lo que había hecho.

“Alex, siento lo de la compulsión. No quería que te hicieras daño”

Ella no me perdonó, no es que me sorprendiera. Miré al frente, aliviado de que Leon no nos estuviera observando “Y… siento lo de tu madre. Miramos en todos lados, buscándoos, pero no permanecíais mucho tiempo en un sitio. Llegamos tarde”

“Sí, llegasteis muy tarde” su voz titubeó.

Sentí una punzada en el pecho. Parte de mí quería decirle que sabía cómo se sentía, pero se suponía que no me tenía que relacionar con ella. Nunca. Buscando una manera de cambiar de tema, le hice la pregunta que me había estado reconcomiendo “¿Por qué se fue tu madre hace tres años?”

Ella me observó a través de la cortina de su cabello. Por el Hades, ¿cómo sería su rostro? “No lo sé”
No sabiendo si debería creerla, lo dejé pasar- Nadie sabía qué había hecho que su madre, una pura, hullera del Covenant. Y si lo sabían, no lo iban a decir. No volvimos a hablar, no hasta que cruzamos los puentes y Leon nos dejó enfrente de los dormitorios que se alzaban entre la arena y el mar.
Ella permanecía en silencio mientras la guiaba a través de los pasillos, y debería haber estado agradecido por ello. Pero me sentía inquieto por alguna razón “Dúchate. Volveré a por ti en un rato” Empecé a darme la vuelta, pero me paré “Encontraré algo de ropa para que te vistas y la dejaré en la mesa”

Sin esperar su respuesta, la dejé en su habitación y volví a la isla principal. Con cada paso que daba, me preparaba para lo que sin ninguna duda me encontraría cuando abriera la puerta de la que solía ser la casa de mis padres.

El olor a alcohol se superponía al del mar, y estuvo a punto de noquearme. La ira surgió de mi como una bola de fuego. Corriendo por el pasillo, ni siquiera me molesté en ir en silencio cuando miré hacia la sala de estar.

Varios adolescentes puros estaban inconscientes en varias posiciones. Algunos no quería ni verlos. Mi irritación no conocía límites mientras continuaba. Cerciorándome de que la habitación seguía cerrada, me encaminé hacia la habitación de Deacon. Abrí la puerta, golpeándola contra la pared.
Gracias a los dioses Deacon estaba solo. Si me lo encontraba una vez más medio desnudo, iba a acabar dejando que una Furia me arrancara los ojos.

Mi hermano menor estaba despatarrado sobre la cama, boca abajo, con las sábanas revueltas y una botella a su lado, derramando sólo los dioses saben qué había estado bebiendo sobre el colchón.
Sin decir adiós, golpeé uno de los postes de la cama. Fuerte.

“¿Qué?” Murmuró Deacon a la sábana “El baño está al fondo del pasillo…o fuera. Lo que sea”
“Sé dónde está el baño, idiota. Esta es mi casa”

Deacon se quedó congelado y después dejó escapar un sonoro suspiro mientras se daba la vuelta, entornando los ojos mientras me enfocaba. Sonrió – realmente me sonrió. El único rasgo que realmente compartíamos eran los ojos, pero sus ojos grises estaban confundidos “Hey, hermano, bienvenido”

Quería sacarlo de allí y tirarlo al océano. Sostenerlo hasta que Poseidon nos echara a ambos. “¿Esto es lo que has estado haciendo todo el tiempo que he estado fuera? ¿Beber? ¿Estar de fiesta?”

“No” sentándose, se balanceó hacia un lado mientras hacía una mueca “Ok. Tal vez un poco”

Dando un paso hacia delante, me incliné hasta que estuvimos al mismo nivel “¿Es así como quieres pasar toda tu vida? ¿Es esto lo que espero encontrar cada vez que me vaya?”

Echó la cabeza hacia atrás, su sonrisa insegura “No eres mi niñera, hermano. No eres mi padre. Dioses…actúas como un cincuentón. Y sólo tienes veinte. Vive un poco. Tómate algo” Me pasó la botella “Cálmate”

Golpeé la botella que salió despedida de su mano cuando lo que realmente quería era golpearle en la cabeza.

“Whoa” murmuró “No mola”

Echando mano de la paciencia que no tenía, inspiré profundamente “Sé que bebes porque echas de menos a nuestros padres. Sé que tienes algún trauma profundo y que los echas de menos. Lo entiendo, pero ésta no es la manera de afrontarlo”

Él pestañeó “¿No es la forma adecuada?”

Por los dioses, le iba a acabar haciendo daño físicamente “Acabo de recoger a una chica cuya madre fue drenada por un daimon. Quien tenía que luchar cada día para sobrevivir, Deacon. Podría haber hecho lo que tú estás haciendo. Podría haber abandonado”

“Tal vez debería haberlo hecho” Se tumbó y cerró los ojos “Es la forma más fácil”

Había tantas cosas que quería decirle, pero probablemente acabaría lamentando cada palabra en menos de una hora. O no, pero no tenía tiempo para esto. Marcus estaba esperando “Sácalos de la cada en una hora”

“¡Sí, señor!” me saludó con la mano.

Girándome, dejé la casa antes de pegarle. De vuelta en la isla de control del Covenant, dominé mi ira y volví a recoger a Alex. Kain me interceptó justo cuando estaba rodeando el patio.

“Qué piensas que van a hacer con ella? Preguntó, poniéndose a mi lado.

Buena pregunta “No tengo ni idea”

“Ha perdido mucho tiempo como para ponerse al día” se pasó una mano por el pelo rubio, agitado “La mandarán a la servidumbre. La pondrán bajo el Elixir”

Me quedé frío. Servidumbre equivalía a esclavitud, el miedo de todos los mestizos No quería darle muchas vueltas a la idea de la pequeña fiera puesta bajo el Elixir, me incomodaba. Agité la cabeza “Dudo mucho que se hayan tomado todas estas molestias para hacer eso”

“Trabajaré con ella si necesitan a alguien para que se ponga al día” propuso “Es todo lo que necesita. La recuerdo, Aiden. La chica sabe pelear. Y es rápida. Dioses, se te escapó”

Puse los ojos en blanco. No tenía ninguna duda de que Kain no me dejaría olvidarlo “Te graduaste hace apenas un año. No puedes entrenar a nadie”

“¿Entonces, qué? ¿Lo harás tú?” La curiosidad coloreó el tono de su voz “No eres conocido por tu paciencia”

Eso era cierto. Cuando el Covenant me mandaba centinelas recién salidos de la escuela,  mandaba a la mitad de vuelta por infracciones menores. Prefería ser conocido por ser así que de ser responsable de la muerte de un puñado de mestizos “Esperemos que no lleguemos a eso”

Tenía demasiado por lo que preocuparme sin añadir el entrenamiento de una mestiza a la mezcla. Dejé a Kain fuera de los dormitorios, encaminándome directamente hacia su cuarto. Golpeé una vez la puerta y entonces la abrí. Por un momento pensé que debería haber esperado un poco. La chica podría estar desnuda por lo que sabía.

Alex estaba en el medio de la pequeña sala de estar. Saltó cuando me vio, pero yo estaba más sorprendido al verla sin toda aquella suciedad cubriéndola.

La recordaba.

Pero no era la pequeña marimacho que yo recordaba de las veces que la había visto. Algunos de los rasgos eran los mismos. No había crecido mucho, pero por los dioses, ella era…

Un cabello grueso y largo de color castaño caía por debajo del pecho que había crecido en los últimos tres años. Su cara ovalada; los labios llenos como los de un puro. Los pómulos altos y las cejas delicadamente arqueadas sobre dos grandes ojos marrones. Incluso con los moratones morados que casaban con una complexión perfecta, ella era…increíble.

Preciosa.

Mi cuerpo entero se tensó cuando nuestras miradas se encontraron. Algo que la mitad de los mestizos no se atreverían a hacer, pero oh, no, ella lo hizo. Me devolvió la mirada, la misma mirada apreciativa que yo le estaba dando. Un sentimiento líquido, como si hubiera ardido en llamas, bullía en mis venas.

Un sentimiento que no debería tener.

Alex echó la cabeza hacia atrás “¿Qué?”

Salí del trance. Por el Hades, ¿en qué estaba pensando? “Nada. ¿Estás lista?”

“Supongo”

Me siguió fuera de los dormitorios, y yo era completamente consciente de sus ojos sobre mí. Miré por encima del hombro, preguntándome qué estaría pensando. Tenía esa mirada extraña, como si estuviera intentando encajar un puzzle. “¿Cuántos daimons has matado?”

“Sólo dos” cogió ritmo y se puso a caminar a mi lado.

“¿Sólo dos?” Asombrado, la miré “¿Te das cuenta de lo asombroso que es que un mestizo sin un entrenamiento completo mate a un solo daimon, no digamos a dos?”

“Supongo” Su rostro se desencajó por la ira y después se desvaneció “Hubiera matado al otro en Miami…pero yo estaba – no lo sé. No estaba pensando. Debería haber ido tras él, pero me entró el pánico”

Me paré, encarándola “Alex, el hecho de que hayas matado un daimon sin entrenamiento es algo extraordinario. Fue algo valiente, pero también estúpido”

“Bueno, gracias”

“No estás entrenada. El daimon te podría haber matado con facilidad. ¿Y el que mataste en la fábrica? Otro acto sin miedo, pero estúpido”

Se quedó congelada “Pensaba que habías dicho que fue alucinante y extraordinario”

“Lo fue, pero te podrían haber matado” Seguí caminando. ¿Alucinante? ¿Extraordinario?

“¿Por qué te iba a importar que me matasen? ¿Por qué le importa a Marcus? Ni siquiera le conozco, y si él no me deja retomar mi entrenamiento, estoy mejor muerta de todas maneras”

“Eso sería una lástima” No sabía por qué me importaba, pero lo hacía “Tienes todo el potencial del mundo”

Y supe entonces, incluso cuando sus ojos se estrecharon como si se estuviera imaginando dándome una patada en la cara, que no les dejaría ponerla en servidumbre. Mis dioses, tenía que ser el puro más estúpido vivo en la Tierra, pero sabía que esto no acabaría cuando la dejase en la oficina de su tío.

Como me había dado cuenta en el campo, una sensación de conocimiento me golpeó. Esto estaba lejos de terminar.

Ohhhh Aiden, acaba de empezar.






Traducción: Bella Carstairs
Fuente: Jennifer L. Armentrout

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